domingo, 23 de octubre de 2011

¡NIÑA, ESTÁS COMO UN PAN!: Ötzi, hace 5.000 años (año arriba, año abajo) durante la ceremonia de arrejuntamiento con su pareja, delante del chamán de la tribu, en un valle de los Alpes.

Hace más de 5.000 años, durante la edad del cobre, Ötzi, un joven lugareño que vivía en un cerrado valle de los Alpes, conoció a una hembra, Tüinz, de una tribu vecina, que le removió el alma por sus formas y sus andares cuando la veía pasar por los senderos del bosque buscando hierbas, semillas y frutos.

Así Ötzi pensaba para sí al ver a la susodicha hembra: ¡Niña, estás como un pan!.

Pronto llegaron a un acuerdo entre los padres de ambos jóvenes para un emparejamiento que acercaría lazos entre ambas tribus y quedó fijado para la siguiente luna, hacia la mitad del verano. Fue entonces cuando ambos enamorados, Ötzi y Tüinz, quedaron unidos para siempre, delante del chamán y de ambas tribus, que celebraron con abundante cacería la unión de las mismas.

Y es que durante el ritual, mientras el chamán les pronunciaba las ceremoniosas frases de rigor en este tipo de acto:
  • Chamán a Ötzi: ¡Tú!, ¿te juntas?.
  • Ötzi: ¡Sí, me junto!.
  • Chamán a Tüinz: ¡Y tú!, ¿te rejuntas?.
  • Tüinz: ¡Sí, me rejunto!.
Ötzi seguía pensando como el primer día en que vió a Tüinz: ¡Niña, estás como un pan!.

Y con estas simbólicas frases (que han perdurado a lo largo de los milenios aunque con fórmulas algo más evolucionadas), la pareja quedó rejuntada.

Así, durante las gélidas noches de invierno, en el lugar más recóndito de la cueva, allá donde no llegaba ni el resplandor de las hogueras que se mantenían encendidas en el interior, mientras él le “rascaba la espalda” a su amada, ella le devolvía el favor “calentándole las orejas”, como era costumbre entre las parejas de la época y que tras miles de años aún perdura como parte de la herencia genética de los humanos.

La tribu va de caza...

Años más tarde, con una familia consolidada con varios cachorros (churumbeles se diría hoy en algunas zonas de Andalucía), de la que estaban muy orgullosos en la tribu, Ötzi comenzó a quejarse de cierto dolor en el pecho que el chamán achacaba al mal de amores, no haciendo caso de las indicaciones del mismo Ötzi sobre un antiguo accidente de caza en el que le clavaron una flecha en la espalda. Y como única cura le proponía la necesidad de subir a las cumbres lejanas y traerse la Luna para su amada.

Ötzi: El hombre de Hielo
No viendo otra alternativa, unos días después se despidió de su familia y pertrechándose adecuadamente (raquetas para la nieve, ropa de abrigo, un hacha de cobre, un cuchillo de pedernal, un arco, unas flechas y algo de comida, entre oras cosas) salió sólo hacia las cumbres nevadas y montañosas que rodeaban el valle donde se asentaba la tribu, para intentar robarle la Luna a los dioses de las montañas.

No obstante Ötzi subió, trepó y escaló hasta donde pudo y llegó a la extenuación, cuando se sentó a comer un trozo de carne de gamuza con un poco de cereal molido y cocido en forma de torta o pan ácimo, mientras el frio se apoderaba de sus extremidades lentamente al avanzar la noche.


Acurrucado, pensaba en su amada y lo bien que le vendría que le “calentara las orejas” en aquel momento de frío y oscuridad, durante el cual despacio y casi sin darse cuenta, mientras soñaba que había alcanzado la Luna para su hembra, iba abandonando su cuerpo para reunirse con sus ancestros más allá de la Luna. Mientras su amada, acurrucada, también, junto a sus cachorros, echaba en falta alguien que le "rascara la espalda" como únicamente lo hacía Ötzi...


Así, esta historia tan sencilla podría haber explicado las dudas de los científicos de otras tribus, unos 5.000 años más tarde (es decir en nuestra época), sobre el cómo y el porqué murió Ötzi, allá perdido en las cumbres de los Alpes, conocido también por el Hombre de Hielo, nombre erróneamente dado a un ser tan ardiente...

Enlaces de interés:
Ötzi, el hombre de hielo.
En You Tube.

Mi recomendación para escuchar buena música. Lo escuché en directo, en "LA Tertulia", en Granada y me encnató:
El Kanka, "Lo mal que estoy y lo poco que me quejo".



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