viernes, 22 de abril de 2011

“¡Anda y que os zurzan!”, Friedrich Wilhelm Nietzsche, el 15 de octubre de 1888 (día de su 44 cumpleaños), en una calle de Turín, tras soltarse del abrazo dado a un caballo desbocado donde pudo sufrir un "colapso mental".



Cuando me enfrenté a escribir este artículo sobre Nietzsche, me surgieron muchas dudas sobre la filosofía, llegando a la conclusión de que hay tres tipos de filósofos:


  • Los de ciencias, que piensan las cosas antes de explicarlas. Ahí tenemos un número infinito de hipótesis, teoremas, lemas, corolarios, condiciones, proposiciones, consecuencias, formulaciones, axiomas, conclusiones…
  • Los de letras, que dicen las cosas y luego las piensan. Así no hay quién las entiendan hasta que alguien intenta explicarlas, con lo que todo se complica un poco (o un mucho según se mire).
  • Y los políticos, que piensan una cosa, dicen la contraria y explican otra diferente, y así no hay quien explique lo que dicen y mucho menos lo que piensan (pero estos son una casta aparte que merecerían toda una rama de la filosofía).

Nietzsche fue uno de esos grandes prohombres filósofo de los que yo llamo “de letras”, aunque en algunos aspectos parece “de ciencias” (esto “es la pera” como podrían decir algunos pensadores populares).

Tras bucear un poco sobre su vida y su forma de pensar encontré una frase que sí llego a comprender y comparto en casi todos sus aspectos, aunque yo me considere del grupo de los “de ciencias” (eso creo):

“En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la “Historia Universal”: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer.” (extraído de su obra “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”).




La verdad, es que al final, tras interpretar este pensamiento suyo anterior (que sí es oficial y que para mí “es la pera”), llegué a entender cómo su último pensamiento lúcido, antes de entrar en el mundo del silencio y la locura, pudo ser: “¡Anda y que os zurzan!”,  el  15 de octubre de 1888 (día de su 44 cumpleaños), en una calle de Turín, tras el accidente con un caballo desbocado  donde pudo sufrir un "colapso mental".

Tras esta fecha, quedó atrás su vida, sus amigos  (Richard Wagner, Cósima Wagner, Malwida von Meysenbug, Lou Andreas-Salomé ) y su obra, pasando los siguientes años de clínica en clínica, al cuidado de su madre y posteriormente de su hermana, postrado con su “apagón mental”.




Y es que Nietzsche ya había aportado mucho al mundo de la filosofía (antes de “abandonar” el mundo de los cuerdos) y que habrá que interpretar por parte de los filósofos a lo largo de la eternidad, que para el “hombre” de Nietzsche no es más de un minuto (mente preclara que supo cuantificar con precisión el verdadero tiempo de existencia del ser humano en la medida del universo).





Además cabe destacar que para Nietzsche “El hombre tiene más de mono que muchos de los monos”, y yo me atrevería a agregar (humildemente) “… y algunos monos tienen más de hombre que muchos hombres”. Es curioso que esta cita de Nietzche (la suya, no mi apostilla) nos indica, en cierta medida, que los monos durarán varios minutos más que el hombre, desde que el universo parió la tierra hasta que el astro Sol se quede helado (como dice él), lo cual no le da al hombre más relevancia que al mono sino, quizás, todo lo contrario, aunque el “hombre” siga pensando que su ombligo es el centro del universo.


Aquí algunos enlaces de interés sobre Nietzche:
Biografía de Nietzche.
Citas de su obra "Así habló Zaratustra".