domingo, 31 de octubre de 2010

“¡COOOÑÓ!”: Tutmosis III, sexto faraón de la dinastía XVIII de Egipto, año de 1.447 ac.

En el mes de Pa-en-Jonsu, del periodo Shemu del año 1.447 ac, es decir, al comienzo de la recogida de la cosecha (finales de la primavera y principio de verano en otras palabras), Tutmosis III sufrió una importante rebelión consistente en la huida masiva de unos 600.000 trabajadores por cuenta ajena (llamados esclavos en la época) de raza judía y liderados por un tal Moisés y su hermano Aarón, lo que le provocó una enorme contrariedad al no poder hacer frente a las obras en curso de la remodelación del templo de Karnak.

Fue tal la indignación de Tutmosis III que, tras ordenar a la élite de su ejército seguirle con sus carros y caballería, comenzó a perseguir al pueblo desertor a través del desierto para volverlos al sometimiento y poder finalizar adecuadamente el contrato de fin de obra suscrito con los asalariados rebelados.

Cual fue su sorpresa al llegar a las orillas del Mar Rojo, en las proximidades de Migdol, que se quedó tan perplejo al ver las aguas del Mar Rojo partidas en dos mediante una fantástica garganta seca que, con los ojos como platos, la boca abierta y babeando, por su mente sólo pasó una primitiva exclamación: ¡COOOÑÓ...!, aunque su mandíbula se negaba a obedecerle por lo que sus lugartenientes, tan perplejos como su Faraón, no lograron escuchar nada de su boca.

Ante tal proeza de la naturaleza es natural que el pensamiento del Faraón fuese exactamente ése, a pesar de ser “coño” , palabra denostada y menospreciada y que, sin embargo, representa “el Principio y el Fin de todas las cosas que le suceden a la humanidad desde el origen y hasta el final de los tiempos...”.

Y es que la epopeya conseguida por el tal Moisés y su hermano Aarón para cruzar el Mar Rojo consiguió vencer, sin lucha, al mismísimo Faraón, quién jamás llegó a calibrar el grado de cabezonería de estos hombres, que hasta a su propio dios lograron convencer para que les ayudara en tal hecho.

Tras reponerse de su asombro, el Faraón y sus hombres volvieron sobre sus pasos convencidos de que realmente ese pueblo perecería en pocos días tragado por el terrible desierto y, para su desgracia, desaparecería rápidamente de la faz de la tierra, por mucho que su dios les ayudase abriéndoles en canal el mismísimo Mar Rojo.

Me quedo con una duda: ¿cuál sería  el gesto que habría hecho el tal Moisés con sus brazos al ver al Faraón boquiabierto e impotente, en la orilla del Mar Rojo?. Me lo imagino pero prefiero no indicarlo en este post por respeto al Faraón.

Ruta del Éxodo.
Moises y el Mar Rojo.
Tutmosis III.

Y un poco de música para escuchar: la francesa Uffie (una vez que pase la publi...).


Uffie - Difficult
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