domingo, 19 de diciembre de 2010

"JODER, QUE TROPEZÓN MÁS TONTO". Albert Einstein mientras subía al estrado para pronunciar su famosa conferencia "Mi credo" ante la Liga Alemana de Derechos Humanos, Berlín, en el otoño de 1932.

Allá por 1.932 Alber Eisntein fue invitado a dar una conferencia ante la Liga Alemana por los Derechos Humanos. Mientras subía al estrado para dar su discurso, tropezó con una de los clavos que sujetaban el peldaño a la estructura sufriendo un importante desequilibrio que casi le lleva a darse un morrazo contra los peldaños superiores, con grave riesgo de haber perdido algun apieza dentaria. En ese justo momento, y mientras rápidamente recuperaba el equilibrio pensaba "Joder, que tropezón más tonto", que sin quererlo seguro que influyó sobre algunos puntos del discurso que iba a dirigir a los privilegiados concurrentes.

Mientras se acercaba al escabel del púlpito iba pensando un poco más sobre el desagradable incidente acordándose de la madre del que le remitió la invitación a dar la conferencia, si bien el enfado iba menguando conforme subía a la tarima y se ponía los espejuelos (anteojos, gafas, lentes ) para leer las notas que traía para el discurso, mientras meditaba sobre su accidente, comenzando así:

"Nuestra situación sobre este planeta parece muy extraña... (...anda que la presentación que iba a dar con el tropezón... ) cada uno de nosotros aparece aquí involuntariamente... (...porque si me llego a romper los piños, vaya careto que hubiera presentado al público... ) ...y sin invitación para una corta estadía... (...es que no puede uno ir a locas por el mundo,...) ...sin saber los porqué ni los adónde... (...sin saber los porqué ni los adonde...)"... continuando así su famoso discurso (se puede leer y escuchar con los enlaces inferiores).

Y es que  Albert Eisntein, al igual que  todas las mujeres y unos pocos grandes hombres, era capaz de hacer dos tareas diferentes simultáneamente: seguir con sus pensamientos y declamar su discurso con énfasis.

Poco a poco continuó tranquilizándose y olvidando su tropezón, hasta terminar su discurso que quedó para los anales de la historia como una auténtica declaración de intenciones sobre el antimilitarismo y el pacifismo de lo cual, Albert Einstein, era un auténtico abanderado.

Recomiendo (ya en serio) leer el discurso completo de Albert Einstein, gran científico y probablemente extraordinario filósofo y mejor persona.

Y a continuación mi particular demostración de la ecuación de la energía (donde m = masa del universo, c= la velocidad de la luz y 2 es un dos). 



Enlaces:
http://www.einstein.unican.es/

http://atinachile.bligoo.com/content/view/4277/Reflexiones_Sobre_el_Amor_a_la_Patria_Albert_Einstein.html

Discurso:
http://monocordio.blogspot.com/2010/01/nos-pasan-cosas-en-la-vida-que-rompen.html

Audio:
http://www.einstein-website.de/z_biography/e_sound_credo_1932.html

Y un poquito de musica con los geniales "Muyayos de Raïz":

domingo, 31 de octubre de 2010

“¡COOOÑÓ!”: Tutmosis III, sexto faraón de la dinastía XVIII de Egipto, año de 1.447 ac.

En el mes de Pa-en-Jonsu, del periodo Shemu del año 1.447 ac, es decir, al comienzo de la recogida de la cosecha (finales de la primavera y principio de verano en otras palabras), Tutmosis III sufrió una importante rebelión consistente en la huida masiva de unos 600.000 trabajadores por cuenta ajena (llamados esclavos en la época) de raza judía y liderados por un tal Moisés y su hermano Aarón, lo que le provocó una enorme contrariedad al no poder hacer frente a las obras en curso de la remodelación del templo de Karnak.

Fue tal la indignación de Tutmosis III que, tras ordenar a la élite de su ejército seguirle con sus carros y caballería, comenzó a perseguir al pueblo desertor a través del desierto para volverlos al sometimiento y poder finalizar adecuadamente el contrato de fin de obra suscrito con los asalariados rebelados.

Cual fue su sorpresa al llegar a las orillas del Mar Rojo, en las proximidades de Migdol, que se quedó tan perplejo al ver las aguas del Mar Rojo partidas en dos mediante una fantástica garganta seca que, con los ojos como platos, la boca abierta y babeando, por su mente sólo pasó una primitiva exclamación: ¡COOOÑÓ...!, aunque su mandíbula se negaba a obedecerle por lo que sus lugartenientes, tan perplejos como su Faraón, no lograron escuchar nada de su boca.

Ante tal proeza de la naturaleza es natural que el pensamiento del Faraón fuese exactamente ése, a pesar de ser “coño” , palabra denostada y menospreciada y que, sin embargo, representa “el Principio y el Fin de todas las cosas que le suceden a la humanidad desde el origen y hasta el final de los tiempos...”.

Y es que la epopeya conseguida por el tal Moisés y su hermano Aarón para cruzar el Mar Rojo consiguió vencer, sin lucha, al mismísimo Faraón, quién jamás llegó a calibrar el grado de cabezonería de estos hombres, que hasta a su propio dios lograron convencer para que les ayudara en tal hecho.

Tras reponerse de su asombro, el Faraón y sus hombres volvieron sobre sus pasos convencidos de que realmente ese pueblo perecería en pocos días tragado por el terrible desierto y, para su desgracia, desaparecería rápidamente de la faz de la tierra, por mucho que su dios les ayudase abriéndoles en canal el mismísimo Mar Rojo.

Me quedo con una duda: ¿cuál sería  el gesto que habría hecho el tal Moisés con sus brazos al ver al Faraón boquiabierto e impotente, en la orilla del Mar Rojo?. Me lo imagino pero prefiero no indicarlo en este post por respeto al Faraón.

Ruta del Éxodo.
Moises y el Mar Rojo.
Tutmosis III.

Y un poco de música para escuchar: la francesa Uffie (una vez que pase la publi...).


Uffie - Difficult
Cargado por Uffie. - Ver los videos de música recién destacados.

miércoles, 11 de agosto de 2010

"Para que se lo coman los gusanos, que lo disfruten los humanos", Alejandro Dumas (padre) mientras hablaba con su amigo Giusepe Garibaldi, Nápoles, 1.863.


“...figuraos a Don Quijote a los diez y ocho años, Don Quijote sin coselete, lóriga ni falda de armadura, Don Quijote cubierto con una ropilla de lana cuyo color azul se había cubierto con un matiz indefinible de heces de vino y azul celeste...”


Con este homenaje a nuestro “Don Quijote de la Mancha”, de Cervantes, comenzaba Alejandro Dumas su celebérrima obra “los tres mosqueteros” allá por el año 1844.


Aunque es reconocida la poca educación que recibió en su niñez, como consecuencia de su orfandad paterna, cabe destacar que cumplió ampliamente como hombre (tanto en en el sentido genérico de humano así como de “varón”) intentando cumplir con aquello de “plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”.... Respecto a lo de los libros escribió alrededor de 300 obras, muchas de ellas famosas y algunas archifamosas, como la aludida al principio del presente artículo. Como varón se le reconocieron hasta 27 amantes (y quién sabe cuántas más sin reconocer) que le dieron, como mínimo 4 hijos legítimos (Alejandro Dumas hijo entre ellos) y 2 ilegítimos, que se sepa (ilegítimos no significa concebidos por obra y gracia del Espiritu Santo sino que los consiguió con el mismo esfuerzo, por decirlo de alguna manera, que los legítimos). Y queda aquello de plantar un árbol, en lo que no podemos darle esa
gracia, sino todo lo contrario, si tenemos en cuenta la cantidad de árboles que habrán caído por el hacha como consecuencia de las miles de ediciones de sus libros en papel. Sinceramente creemos que la naturaleza no le debe agradecer este aspecto, al menos visto desde nuestro actual punto de vista (tan peculiar en la defensa de la naturaleza siempre y cuando no sirva para otra cosa que disfrutarla haciendo turismo), aunque los humanos le podemos “perdonar” que no plantase ningún árbol (ni falta que le hizo para cumplir como ser humano), habida su extensa herencia literaria.

Con todo esto, su fama le proporcionó enormes cantidades de dinero que fue dilapidando poco a poco ,cabe decir que con gran esfuerzo, en fiestas, cenas, amantes, construcción de su castillo en Porty-Marly llamado Monte-Cristo, obras de arte, empresas arriesgadas (aú le quedaba tiempo para escibir) como la ayuda económica a la revolución de Garibaldi y, sin saberlo, colaboraba económicamente al beneficio de tanta y tanta gente como editores, pintores, fabricantes de muebles,
cocineros, camareros, abañiles, canteros, etc...(lo que hoy podríamos considerar como una ONG), etc... todo esto absolutamente imprescindible, habida cuenta de su carácter extremadamente vital.

Por esto, en cierta ocasión, su gran amigo, Giuseppe Garibaldi, le preguntó a Alejandro cómo es posible que después de tantos éxitos a lo largo de su vida y haber ganado enormes cantidades de dinero, además de haberle ayudado económicamente en sus objetivos revolucionarios, estuviese en la más absoluta ruina, a lo que Alejandro Dumas pensó contestarle "Para que se lo coman los gusanos, que lo disfruten los humanos", aunque cambió de parecer y, por cortesía, le respondió más herméticamente con un simple "c'est la vie".
Y es que Alejanro Dumas sabía cómo trabajar, vivir y disfrutar de la vida, lo que queda demostrado a través de su extensa obra literaria y su colección de amantes, a las que, al parecer, cuidaba generosamente, quizás de ahí parte de su ruina económica al final de su vida. Es decir, que no dejó herencia económica (en esto puso todo su empeño como se demuestra por su pensamiento célebre anotado anteriormente: "Para que se lo coman los gusanos, que lo disfruten los humanos", y lo hizo tan bien como todo lo demás) pero sí dejó una herencia literaria de inestimable valor y de la que la humanidad se ha beneficiado con horas y horas de lectura de las narraciones de aventuras e intriga como las de D’Artagnan y sus colegas, Athos, Portos y Aramís, el señor de Trèville, Cosntance de Bonacieux, etc... o las de Edmundo Dantes, Conde de Montecristo, entre otros.

Aquí debajo mi personal visión española de los Tres Mosqueteros.


Enlaces de interés:
Alejandro Dumas padre.
Cronología sobre Alejandro Dumas.
Los tres mosqueteros (lectura "on line").
Singular crítica de "Los tres mosqueteros". 

Y música para escuchar: Kapela ze Wsi Warzszawa (Warsaw Village Band) / Infinity



lunes, 26 de julio de 2010

¡PIENSO*!, LUEGO EXISTO: “Monsieur Grat”, perro de René Descartes. (* Pienso: comida para perros). Pudo pensarlo cualquier día de su “existencia”.

Monsieur Grat”, perro de René Descartes (1596-1650, Filósofo y matemático francés, y con esto me refiero a René y no a su perro), todos los días cuando su amo le dejaba la comida en el plato pensaba: “¡Pienso(*)! Luego existo”. (* Pienso: comida para perros). Y un día tras otro, mientras René Descartes observaba y observaba a su perro cómo comía con fruicción su ración diaria de pienso, comenzó a imaginar que el pensamiento es algo inherente al ser humano y que este hecho transcendental es prueba esencial para determinar su propia existencia y de ahí llegó a intuir su famosa frase “Pienso, luego existo”, “cogito ergo sum” dicho como más erudito en latín. O “Cena, ergo sum” como habría pensado “Monsieur Grat”, su perro si hubiese sabido latín (que es algo que no le servía para nada obviamente).

En realidad, esta idea la desarrolló en su famoso Discurso del método (1637), donde escribió «Je pense, donc je suis» (en francés, el muy descarado) y que se trascribe a continuación (transcripción libre del autor de este post, por supuesto):

  • “Pero en seguida advertí que mientras que mi perro se comía su pienso quería pensar que todo era falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese algo, y que mi perro que agotaba su comida, también fuese algo. Y notando que esta verdad: yo pienso, luego soy y que mi perro ve el pienso, luego se lo come, era tan firme y cierta, que no podían quebrantarla ni las más extravagantes suposiciones de los escépticos, juzgué que podía admitirla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que estaba buscando.”
 Nota del autor del blog: Descartes eliminó expresamente toda referencia a su perro en el texto original, para quedarse con toda la fama...

Aunque hay precedentes que ya apuntaban a esta idea filosófica, “Pienso, luego existo”, como puede ser  Agustín de Hipona, alias San Agustín, a quién no se le conoce perro ni mascota, por lo que no se le llegó a atribuir nunca esa frase aunque sí la redactase en su De Civitate Dei (libros XI, 26), «Ac proinde haec cognitio, ego cogito, ergo sum, ...»).


Sin embargo, no sé a quién darle más valor, si al pensamiento de “Monsieur Grat” que existía gracias al pienso que comía o a Descartes que existía debido a que pensaba. Aunque no sé yo el tiempo que habría durado la existencia de Descartes si no hubiese comido...

Nota del autor: Ya que desconozco la raza de  “Monsieur Grat”, me he atrevido a poner a mi perrita, "Nana" a la que veo muy pensativa cada vez que le echo el pienso...

He aquí algunos enlaces de interés:
Algo sobre los perros emocionales.
Algo sobre Descartes.
Más sobre Descartes.

Mientras hacía este post escuchaba a Eduardo Paniagua, "El agua de la Alhambra"

viernes, 18 de junio de 2010

¡CAGO'N TO!': Rodrigo Pérez de Acevedo, también conocido como Rodrigo de Triana, pasadas dos horas de la media noche del 12 de Octubre de 1.492.

Eran pasadas dos horas de la media noche, del día 12 de Octubre de 1.492, mientras Rodrigo Pérez de Adebedo, Lepeño de pura cepa y más conocido por Rodrigo de Triana, dormía plácidamente (dentro de lo que cabe) en la cofa del palo mayor  de La Pinta, capitaneada por Martín Alonso Pinzón y con 24 hombres a bordo, cuando notó un golpe fresco, húmedo y pastoso contra su cabeza debido al excremento soltado "al vuelo" (nunca mejor dicho) por una de las muchas gaviotas que revoloteaban el palo mayor, despertándose bruscamente mientras pensaba "¡Cagon'to!", y mientras abría los ojos, sorprendido veía, allá por el horizonte, algo que le obligó a gritar instintivamente la palabra mágica: "¡TIERRAAAAA!", tan esperada en esos últimos días en los que ya empezaba a cundir la desesperación entre la tripulación de La Pinta, lo que le impidió que el primer pensamiento pasase a los anales de las frases célebres en lugar de la archifamosa palabra "¡Tierra!".

Más adelante, Cristobal Colón escribiría: "... Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra y hizo las señas que el Almirante había mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana...".

Obviamente, Rodrigo de Triana, no sólo pensaba en la maravillosa tierra que con tanta ilusión esperaban ver en el horizonte sino también en los 10.000 maravedíes prometidos por la Reina Ysabel de Castilla al primer marinero que avistara el nuevo mundo, antes de embarcar y que mejorarían ostensiblemente su horizonte personal...

Sin embargo, no está muy claro si Colón se le adelantó para quedárselos él, si la reina de Castilla estaba "a dos velas" a causa de la Gerra de Granada o si simplemente fue un sueño roto por las heces de una gaviota pero el caso es que Rodrigo de Triana nunca llegó a cobrar los 10.000 maravedíes, lo que le obligó a pensar (como muchas otras veces en su vida) "¡Cagon'to!", quedando así refrendado este filosófico pensamiento para los anales de la historia de los pensamientos célebres.

Otros enlaces de interés:
Algo sobre Rodrigo de Triana.
Colón y los indígenas.

Mientras preparaba este artículo, escuchaba a CHARLES PASI.

viernes, 21 de mayo de 2010

“Ele ahí la grasia salerosa de la hembra juncal”, Peter Paul Rubens, Venecia, primavera de 1.600.

Cierto día, allá por la primavera del año 1.600, y recién llegado a Venecia, Peter Paul Rubens se cruzó con una grácil muchacha tras lo cual pensó “Ele ahí la grasia salerosa de la hembra juncal” (en andalú original). Pero esto sólo alcanzó a pensarlo en español ya que poca gente lo hubiera comprendido en italiano.

En realidad, dicho pensamiento lo heredó de su gran amigo, común con Diego velázquez, el Capitán de los Tercios de Flandes,  Don Juan Gálvez de la Marimorena, hijo natural de Don Juan Gálvez y de Mari, la Morena, originario de Cádiz, donde la “grasia” es natural en la gente de ese lugar del sur de España y que andurreaba por el norte de Europa durante una época de la guerra de los 80 años.

El encuentro con la muchacha duró lo suficiente para acabar con dos hijos. Le gustó el primer ensayo y decidió, posteriormente, casarse a los 32 años con Isabella Brandt de 17 y como no le fue mal, repitió a los 52 años, esta vez con Hélène Fourment de 16 años (Pintor incansable entre otras cualidades en las que también era incansable). La verdad es que con estas experiencias ya empezaba a intuir una de sus más grandes obras pictóricas (“las tres grasias” originalmente), que comenzó a pintar en 1.636 y terminó en 1.639, simbolizando a Aglaya, Talía y Eufrósine, las tres gracias o Caridades de la mitología griega, en el cuadro con el recuerdo de sus tres mujeres (hay que reconocer que tenía buen gusto).

Finalmente la obra se llamaría “Drei Grazien” en alemán (difícil traducción lo de “grasia” al alemán) y “Las tres Gracias” en español.
 
PD.: pensé en reinterpretar esta gran obra tratada bajo mi peculiar punto de vista, pero tras pasar largo tiempo examinándola  detenidamente, me di cuenta de que no se merecía ese tratamiento y por tando preferí dejarla tal cual para disfrute de todos:

Mientras escribía este post, escuchaba a Philip Glass y su obra “The Fog of War”

Otros enlaces de interés son los siguientes:


by errece

sábado, 8 de mayo de 2010

“EL QUE PAGA DESCANSA”, Kǒngzǐ también conocido por Maestro Kong o, en occidente, Confucio, 501 a.c.

Confucio nació en 551 a.c. cuando contaba 72 años para su defunción y murió en el año 479 a.c., cuando contaba 0 años (está claro que a.c. los años siempre se han contado al revés...) y aproximadamente sobre el año 501 comenzó a repartir sus enseñanzas.

De hecho, uno de los primeros pensamientos que desarrolló fue “EL QUE PAGA DESCANSA”, pero comenzó a analizarlo: “...pero si el que paga manda y si el que paga descansa, entonces ¿el que manda descansa o el que descansa manda? Si el que manda descansa, entonces ya no manda porque habrá otro que no descansando ni pagando, se ponga a mandar y por tanto el que descansa dejará de mandar por lo que pagar no le habrá servido para descansar... uf, y eso que no he analizado que pasa cuando “el que la hace la paga”, que no sabemos si descansa, si manda o ni si quiera qué paga... mejor lo dejamos correr...”

Tras este pensamiento terriblemente complejo, Confucio estuvo a punto de dedicarse definitivamente a la agricultura plantando arroz, pero lo meditó dos veces y llegó y dijo aquello de: “Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe; he aquí el verdadero saber” y comenzó su filosofía de expresar sus pensamientos espontáneamente sin “meterse en camisas de once varas” intentando explicarlos y dejando esta tarea para las generaciones posteriores. De esta forma, comenzó sus enseñanzas que perduraron a lo largo de los milenios siguientes.

Ya lo dijo Sócrates, que fue contemporáneo suyo, aunque desde lejos: “La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia”.

Lo que nunca sabremos es que hubiese pasado si Confucio y Sócrates hubiesen compartido lugar y hubiesen mezclado sus ideas.

Me atreveré a intentarlo yo: “La verdadera sabiduría está en saber que se sabe lo que se sabe y reconocer la ignorancia que es saber que no se sabe lo que no se sabe y he ahí el verdadero saber... o la verdadera ignorancia... ¡o yo que puñeta se! (Confucio - Sócrates – errece). No se para que me meto en estos berenjenales.

Mientras escribía esto, escuchaba a Maria Pomianowska: Chopin en el los 5 continentes.

Otro enlace interesante sobre Confucio.


lunes, 26 de abril de 2010

¡AQUÍ HAY TOMATE!, Napoleón Bonaparte, Waterloo, 18 de Junio de 1.815, hacia las 6 de a tarde, cuartel (de Napoleón) La Belle Alliance.

Tras 4 días de interminables combates, Ligny, Quatre Bras, Wavre y Mont Saint-Jean (éste último también conocido por la batalla de Waterloo) uno detrás de otro, Napoleón I-bis (recordemos que había vuelto de su exilio en la isla de Elba y se había proclamado emperador de nuevo) y desde su cuartel La Belle Alliance, viendo que su caballería era destrozada, a su invencible Guardia Imperial derrotada y las cuantiosas pérdidas humanas, situación que técnicamente se denominaría popularmente “subírsele el aparejo a la barriga” cuando pensó la famosa y dramática frase: “¡AQUÍ HAY TOMATE!” lo que le llevó a determinar la rendición de sus tropas.

Otras leyendas campestres (más propias de entonces... hoy serían urbanas) dicen si no sería más bien un error de sus generales que al verlo salir del cuartel, pensaron que huía cuando en realidad salía a hacer un pís debido a los problemas de cistitis que estuvo padeciendo durante toda la campaña, y negociaron la rendición rápidamente... aprovechando que no estaba el jefe (más vale una rendición a tiempo que una jubilación a destiempo) con el general prusiano Gebhard Leberecht von Blücher, de 72 años, así como con Arthur Wellesley, primer duque de Wellington.

Posteriormente, y quizás apesadumbrado por su falta de imaginación en Waterloo, en donde aparte de perder la batalla se encontró bloqueado para pensar una frase ingeniosa que resolviese airosamente ese (gran) incidente y pasase a la historia de la “fraseología” aparte de la comentada antes, y en base a la filosofía de la revolución francesa donde primaba la “liberte, egalite e fraternite” decidió abdicar en favor de su hijo Napoleón II (por aquello de la liberte de que disponía para hacer egalite a su fraternite hijo).

Posteriormente fue invitado a una tranquila prejubilación en las playas de la isla atlántica de Santa Helena (aunque formalmente se cuenta que fue desterrado y encarcelado), donde murió el 5 de Mayo de 1.821, no se sabe muy bien si de muerte natural o que fue natural que se muriese por envenenamiento por arsénico.

Mientras editaba este post, podía escuchar un fantástico y desconocido grupo catalán llamado "Trilla".

La batalla de Waterloo en Google Earth.

Algo sobre Napoleón.
Algo más sobre Napoleón.
La batalla de Wateroo.
La isla de Santa Helena.

martes, 20 de abril de 2010

¡JODER, QUE GOLPE MÁS TONTO! (ISAAC NEWTON, Agosto 1.661)

Cierta calurosa tarde de finales de Agosto de 1.661, mientras paseaba descuidadamente por los alrededores de la casa de su abuela, con quien vivía desde que su madre se volviera a casar hacía ya bastantes años, en Woolsthorpe, se acercó a un manzano que había cerca del camino para descansar bajo su sombra y meditar sobre su futuro próximo.

Al apoyarse en él, una manzana bastante madura cayó de lo más alto del mismo dando a parar sobre su cabeza, todavía no tocada de la peluca tradicional con que años más tarde aparecería en los grabados de la época (no sabemos si como medida de precaución ante otros posibles accidentes similares).

En ese momento de incertidumbre pensó espontáneamente: “¡JODER, QUE GOLPE MÁS TONTO!”, pero sin atreverse a expresarlo por su boca debido al importante carácter puritano de la época y a los vecinos que volvían a sus casas después del trabajo que sólo escucharon “¡My god!”.

Tras reponerse del incidente y mirando sobre la tierra la manzana caída del árbol (que como si hubiese caído del cielo) se acordó de la manzana de Adan, Eva y de la serpiente, del Ángel que los expulsó del Paraiso (y de la madre que le parió a la que no tenía en demasiada estima debido al abandono al que lo sometió cuando se casó de segundas nupcias) y tuvo una visión trascendental que le abrió los ojos respecto a la relación entre las manzanas ligeramente maduras, los incautos que se apoyan en los árboles buscando un poco de sombra en el caluroso día de verano y el universo, cuya generalización le permitió, años más tarde, deducir la Ley de la Gravitación Universal siendo formulada matemáticamente y publicada en 1.687 en su obra "Philosofiae Naturalis Principia Mathematica".


Siempre será un misterio saber si de no haber sucedido este percance aún sería posible ir por la vida sin conocer “la gravedad de las cosas”...








Y el dibujo adjunto se titula: "Las manzanas desafiantes a la gravedad".


Este artículo se escribió mientras escuchaba a Rodrigo Leao - Mysterium.


Otros enlaces de interés son: 
Biografía de Isaac Newton.
Más sobre Isaac Newton.

Retrato de Isaac Newton.